En todas las civilizaciones de la humanidad la comunicación juega un papel preponderante para el desarrollo y progreso de los pueblos; hombres y mujeres se comunican desde el tiempo de las cavernas, cuando mediante dibujos, llamados pinturas rupestres, los cavernícolas trascendían su cultura por las historias y creencias mostradas en cada forma pintada sobre la roca.
A medida que avanzan los años el desarrollo de la humanidad se hace notorio y los avances comunicacionales son más evidentes. Los primeros dibujos se convierten en letras en la escritura cuneiforme, logrando grabar signos en tablillas de arcilla; hasta inventar los medios de comunicación, con el deseo de comunicar a la sociedad los eventos de las principales polis antiguas.
Muchos años después la humanidad se sorprende con la vertiginosa carrera tecnológica, que implementa nuevas formas de comunicar masivamente, de forma rápida, práctica y oportuna. No obstante, la utilización inadecuada de la tecnología coloca a los medios de comunicación actuales, prensa, radio y televisión, en tela de juicio por la pérdida de la función social que les compete, desconociendo que la humanidad es la responsable de la conversión de las industrias culturales mediáticas, siendo nosotros mismos los promotores de la programación brindada.
Diversos autores, críticos de los medios de comunicación masiva en Colombia, como Omar Rincón o Jesús Martín Barbero, e inclusive la sociedad en general, critica los deplorables contenidos publicados, olvidando el deseo casi generalizado de ver muertos e informaciones triviales, sólo para el goce y entretenimiento, sin importar la inexistencia de trasfondo educativo y movilizador.
Para estudiar el fenómeno, es necesario comprender la realidad nacional de la prensa Inicialmente. En pleno siglo XXI pocos medios impresos mantienen la seriedad de informar verazmente, mientras otros enriquecen sus capitales con amarillismo diario, diagramando sus páginas con muertos, heridos o en su defecto desnudos.
El Espacio es sin lugar a dudas el periódico de mayor tiraje y venta en el país, no por mantener informado al pueblo, respetando la integridad de los involucrados en eventos noticiosos, sino por mostrar detalles de color, en lenguaje vulgar y sensacionalista el diario vivir de los colombianos; su compra obedece al gusto por lo mostrado inevitablemente.
Sin embargo, teniendo en cuenta lo citado por Jesús Martín Barbero (Los medios son sin duda un actor de la guerra, y a veces, pocas, son un actor de la paz), la sociedad colombiana, aún es gustosa del dolor ajeno y de las tragedias de otros. La cultura se pierde con mayor rapidez, por la indiferencia prestada, obviada para entretenerse y no educarse. Es el pueblo el edificante de la industria cultural.
En el caso local la historia no es alentadora, porque escuchar en la narración oral la necesidad de mostrar violencia en los periódicos para mantener su tiraje, es muestra de que el ocañero se interesa por el morbo de a noticia, convirtiéndose en necesidad publicar muertos para acaparar lectores.
El segundo medio para analizar en relación con la sociedad, es quien debido a la diversidad de los elementos técnicos de producción no incluye imágenes, pero nutre sus programaciones mayoritariamente con entretenimiento musical.
En la década de los treinta, cuando la radio iniciaba su auge en el país y las radio novelas imperaban en la programación, las familias se unían para compartir de las trasmisiones radiales, escuchando Arandú el rey de la selva u otros programas, realizadas por que al pueblo le gustaba.
A medida que avanzaban las tecnologías, llegando la televisión, la radio fue relegada a un segundo plano, obligando a las emisoras a modificar sus parrillas para mantener la audiencia, dejando de lado la educación de la gente, cambiándolo por el entretenimiento, en algunos casos vacío.
Llegaron los famosos programas de concurso, en los que las amas de casa por medio de llamadas telefónicas interactuaban con los interlocutores para recibir beneficios de almacenes y supermercados. Fue al fin olvidada la dimensión social del medio, la población centró su atención en entretenimiento efímero, cosas de momento que alegraban la cotidianidad sin mensajes que trascendieran y trasformaban.
Para finalizar y entender la participación fundamental del hombre en la construcción de los medios masivos, se debe conocer la televisión, entendiéndola como poderosa industria comunicacional.
Con 55 años de existencia en nuestro país, la televisión en Colombia maneja programación de diversa formas, para abarcar a un mayor número de población, teniendo programas familiares, infantiles, de opinión o noticiosos.
En el campo informativo, al igual que en la mayoría de los medios, las noticias judiciales ocupan el primer puesto y es debido a que el espectador le gusta ver permanentemente la guerra que vive el país, a pesar de que es perjudicial para todos. Se muestra por que gusta y otra programación no es bien recibida.
Para citar un ejemplo, la tragedia que se escucho e todo el país, la muerte de Luís Santiago, se mostro por un lapso de tiempo extremadamente largo, despertando emoción en el público, impidiendo que se alejara de las pantallas, por el sufrimiento generalizada promovido por los canales nacionales.
A pesar de la función que debe cumplir la televisión y del manejo adecuado que se debe tener al momento de hacer televisión como lo mencionan algunos de mandamientos de Moses Znaimer, creador del canal local City TV en Toronto en 1972:
• La televisión no es un problema que se daba manejar, sino un instrumento que se debe saber interpretar.
• La mejor televisión es la que cuenta hoy, lo que sucedió con la gente y su realidad.
• La televisión habla más acerca de la gente con sus historias, que las historias en sí mismas.
El medio en el presente se limita a brindar lo que el público quiere, siendo, por consiguiente, el gusto de la población por lo brindado, la característica que impide el mantenimiento de la televisión saludable, nos sentimos a gusto y no promoveremos el cambio.
Son pocos los grupos que detallan la realidad y el mal manejo de los medios, y muchos los que por el encanto y la magia de los medios se dejan arrastrar con facilidad por los caminos que a los medios más le convienen.
Debe ser el pueblo el gobernante de sus propios rumbos, pero es la sociedad y el Estado los promotores de un cambio autónomo sin ataduras ni mediaciones. De cierta forma los habitantes muestran del dominio ejercido por los grupos pudientes.
No es culpa del pueblo la construcción que inconscientemente se hace de los medios. Es cierto que las industrias culturales muestran lo que a la comunidad le gusta, lastimosamente violencia para el caso Colombiano, y que los habitantes promueven el mantenimiento de las practicas malignas y nada constructivas, pero es en esencia un problema cuyo responsable es el sistema social del país.
Es decir, si el Estado Colombiano tuviera el deseo y las competencias de formar en las aulas ciudadanos competentes, pensantes y con posibilidad de criterio válido y responsable, no andaríamos los colombianos como los burros con ojeras a los lados, para sólo mirar hacia donde las altas clases quieren que miremos.
O, si existieran mejores condiciones económicas, la sociedad no tuviera necesidad de participar en concursos televisivos para mejorar su calidad de vida, aboliéndose concursos y programas innecesarios, mejorando el entretenimiento con programas divertidos y al mismo tiempo educativos en prensa, radio y televisión.
Bibliografía
• http://www.mediosparalapaz.org/index.php?idcategoria=933: Jesús Martin Barbero plantea indiscutiblemente la culpabilidad de los medios en la construcción social, desconociendo la responsabilidad del pueblo y sus gobernantes. El problema no sólo es del medio, es del gobierno y de la sociedad, quienes contentos con los beneficios se olvida de exigir más y mejores medios para la construcción de sociedades progresivas.
• Libro Pantalla e Identidad, Página42. Los diez mandamientos de la televisión según Moses Znaimer creador en 1972 del canal urbano City TV en Toronto: Es necesario recordar el fin de la televisión, evaluando las falencia y descubriendo las causas. De igual forma la sociedad no es netamente culpable como se demostró a lo largo del ensayo, y por tanto hay que recordar a las industrias culturales cual es su labor, para que se crearon, impidiendo que limiten su función solamente al entretenimiento vacío y sin sentido.
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